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La Tauromaquia en el punto de mira

  • María Marta Valero
  • 29 dic 2015
  • 3 Min. de lectura

Cada vez es más común encontrar en los diarios noticias sobre la prohibición de festejos taurinos en algunas ciudades y pueblos que, implicados con la causa, no apoyan tales prácticas. El pasado verano, Palma de Mallorca se declaró como ciudad antitaurina. A esta le siguieron algunos pueblos de Valencia como Aldaia, o la provincia de La Coruña, que se ha convertido en la primera institución provincial de España en proclamar su hostilidad hacia las corridas de toros y otros festejos similares.



Y es que las corridas de toros son una tradición cultural que desde hace varias décadas, especialmente a partir de la transición española, se encuentra en constante cuestionamiento puesto que ha suscitado mucha polémica allí donde ha sido debatida.



Como bien sabemos, este tema ha generado dos posiciones opuestas. Por un lado, aquellos que defienden la tauromaquia como una tradición cultural que debería permanecer vigente pues define a España y, por otro lado, las personas que ven las corridas de toros como una práctica desfasada a día de hoy, siendo antiética y violenta ya que supone un maltrato a los animales por puro entretenimiento del ser humano. Para ellos, por tanto, debería ser prohibida. No sólo personas anónimas apoyan esta propuesta sino que también filósofos como Jesús Mosterín o actores como Pablo Puyol reivindican el fin de esta práctica.



Por el contrario, los aficionados al mundo taurino aseguran que no se tortura al toro, pues se trata de una batalla de igual a igual donde el animal puede defenderse y la vida del torero, en cambio, corre más peligro. A ello añaden que la muerte del toro es necesaria a fin de que el espectáculo sea completo y tenga sentido. Y es que opinan que en apenas 20 minutos que dura la corrida no puede considerarse como maltrato animal ya que el resto de la vida que ha tenido el animal, la ha vivido en paz y en buenas condiciones.



También defienden que el toro no puede sentir el mismo nivel de dolor que podría experimentar un humano pues al ser de naturaleza brava, sienten esos ataques y heridas que reciben como un mecanismo para defenderse y atacar a su adversario, de manera que no se centran en el dolor. A esto argumentan que si realmente el toro se sintiera maltratado querría huir de la plaza como harían el resto de animales en lugar de quedarse para luchar, rasgo que entra dentro de su naturaleza como especie.



Pero la cuestión fundamental es si se deben considerar estas prácticas como algo cultural o artístico pues, según la RAE, la tauromaquia es “el arte de lidiar con los toros”. Con ello se está considerando en el mismo nivel una pintura de Goya o una composición de Beethoven con una corrida de toros, por ejemplo. En mi opinión resulta complicado pensar en una actividad que daña a un animal hasta la muerte como algo cultural.



Además, resulta indignante que los propios toreros sean alabados por la “labor” que realizan a la que llaman trabajo, pues, de hecho, pueden llegar a cobrar una gran suma de dinero por participar en una corrida de toros. Y si hacen un buen espectáculo tendrán “el placer” de cortar el rabo y las dos orejas al toro. Es triste que todavía, a día de hoy, siga habiendo personas que se sientan orgullosas de martirizar y acabar con la vida de un animal haciendo de esto un espectáculo. Incluso estas personas, los toreros, se hacen tan famosos en los medios de comunicación (sobre todo en la prensa o en la televisión) que estos se interesan por su vida privada y hacen negocio de los toreros más importantes.



En ese sentido, sabiendo que hay una gran parte de la sociedad española que no se muestra a favor de la tauromaquia –como dicen varios estudios– no se entiende el dinero que entes públicos como RTVE destinan cada año a esta causa. Además, se sabe que los resultados de audiencia son ínfimos y que esta programación (de maltrato animal) va en contra de la normativa de protección a la infancia sobre los contenidos audiovisuales.



Con todo esto, hay que recordar que la programación taurina desapareció de RTVE durante seis años y regresó de nuevo en 2012, algo que los taurinos creen estuvo vinculado con el mandato del PSOE, ya que piensan que este partido tenía relación con los grupos antitaurinos españoles y con los nacionalismos autonómicos. Para profundizar más en todas estas cuestiones se contactó con Natalia Rizzo, miembro de la asociación de Animanaturalis a fin de que mostrara su perspectiva de la tauromaquia.


Video realizado en colaboración con: IRIS ROYO GUERRI y DIANA COSTA MORENO

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